En las noches, busco las penumbras de mi cuarto de pinturas para desaparecer un poco, para esfumarme, volverme cristalina y desaparecida. A veces siento que no SOY YO, que soy otro ser que se apoderó momentáneamente de éste mi cuerpo. Tomo los pinceles, las acuarelas y trato de prender inútilmente la lámpara que he intentado tres veces reparar sin conseguirlo; necesito más luz -me digo- y busco ampolletas amarillas porque las luces blancas me parecen aún mucho más frías que la habitación.
Miro las hojas y trato de hilvanar en mi cabeza el gramaje de los papeles y recordar si los ocuparé para las acuarelas, o para los carboncillos.
Hoy pensaba en el dinero, en que las cuentas no se pagan con sólo desearlo, que el circulante faltante en mi vida me convierte en una asalariada esclava para seguir pagando... pero me endeudo, pero pago, pero compro, pero gasto... Aún quiero una mesita de luz tamaño A4, para seguir dibujando en las noches como éstas, donde no sé que busco, ni tampoco sé donde me llevan mis pasos.
Anonymous!
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